Entramos a una época
que nos activa recuerdos y memorias de la infancia, aromas inolvidables,
sabores que nos deleitan y nos adentran en estados de alegría, unión familiar,
solidaridad, caridad, emociones y sentimientos que solo nos permitimos vivir
libremente el fin de año. En estas fiestas el corazón se conmueve al dar y lo
hace con el corazón, sin embargo, a veces es necesario tomar consciencia de
cuánto pensamos en nosotros mismos como seres a los que hay que consentir, amar,
respetar, revisar si estamos valorando nuestra existencia en este caminar de la
vida.
Una actividad que nos
ayuda a ver con claridad como nos estamos desenvolviendo como seres humanos
conscientes de nosotros mismos y de los demás es a través de una evaluación
trascendental y profunda de cada uno de nuestros actos, teniendo en cuenta
aspectos de valor, dejar un poco lo alcanzado en términos económicos o
materiales y centrarnos en aquello que realmente construye humanidad entre
nosotros.
La situación dónde hoy te encuentras, las relaciones que hoy disfrutas, los objetos materiales que has adquirido, el entorno que te rodea, los lazos que hoy te unen son el resultado de los pensamientos, intenciones y deseos que mantuviste durante todo el año, ahora bien, una revisión consciente nos llevaría hacernos la siguiente pregunta: