Ha pasado el tiempo en que el héroe de mi niñez me
cargaba en sus brazos, peinaba mis rizos y me daba de comer de su mismo plato.
Ha pasado el tiempo en que, al ir creciendo los
juegos de papá ya no estaban con las muñecas, esas se fueron cambiando por el
balón de futbol y las piruetas en la piscina.
Ha pasado el tiempo y ya no jugamos, pero
disfrutamos del baile que hacía la familia, de los paseos al río y los
sancochos en domingo.
Ha pasado el tiempo y ya no bailamos, ahora
conversamos de la vida, de la educación de los hijos, de los aprendizajes y de
los sueños. Ha pasado el tiempo y el corazón no lo sabe pues
aunque hayan cambiado los juegos, las caricias y las palabras, sigue latente y
constante el sentimiento que nació con aquel primer anhelo, con el primer cruce
de miradas, con la primera lágrima y la primera sonrisa, resistente al tiempo,
a las tormentas que traen las dificultades, a las ausencias que trae la vida.
Así es el corazón, su amor se acrecienta con cada
nueva cana de su cabellera, con cada año de su vida, con cada ¡Hola hija¡
Padre es más que un rol protector, proveedor o de
autoridad, es más que un principio, es más que la representación de la
responsabilidad, Padre significa una huella en tu existir que al mirar hacia
atrás el corazón se llena de dicha.
Ha pasado el tiempo PADRE y quisiera responder a
las preguntas que te haces mirando el ayer con incertidumbre, PADRE, déjame
decirte que has cumplido con tu misión.
Ser un buen PADRE es dejar una marca indeleble de valor,
ética, principios y sabiduría en el corazón de un hijo que te ve sin tacha con
el pasar de los años, que te admira y desea con fervor honrar la educación y
formación que le entregaste. PADRE es el camino de la vida donde eliges
entregarte con alma corazón y vida sin esperar recompensa alguna solo el placer
de dejar lo que tú eres en otro ser.
A ti que eres Padre, una bendición para toda tu
vida y la gratitud eterna por encontrar el balance perfecto entre ser un guía y
hacerlo con amor.