Cuando amamos desde el apego, sufrimos y perdemos. Se pierde tiempo de vida, anhelos, sueños, algunos pierden dinero o estabilidad emocional y estas pérdidas dejan huellas y heridas profundas que llevan a muchos a tomar decisiones desde el miedo, el miedo a volver a sufrir.
De ahí
que iniciar una nueva relación, aunque exista el fuerte deseo de volverse a
enamorar, se convierte en un desafío que pocos logran superar. El miedo lleva a
las personas a crear escudos para protegerse y se especializan en la defensa,
así que todo el tiempo están prevenidos, esta postura empeora la situación.
Quien se previene no puede ver sino a través de los ojos del pasado, la persona
que tiene en frente no es observada desde la dimensión real y presente, de esta
manera, es casi imposible entregarse a una nueva experiencia afectiva, a un
nuevo aprendizaje.
Si bien la adultez te permite tener la claridad de aquello que deseas, de lo que te genera dolor o lo que no estás dispuesto a ceder, trae consigo también miedos que, de no ser superados, se convierten en barreras imposibles de pasar tanto para quien quiera llegar a tu corazón como para entregar tus proopios sentimientos.