Cuando amamos desde el apego, sufrimos y perdemos. Se pierde tiempo de vida, anhelos, sueños, algunos pierden dinero o estabilidad emocional y estas pérdidas dejan huellas y heridas profundas que llevan a muchos a tomar decisiones desde el miedo, el miedo a volver a sufrir.
De ahí
que iniciar una nueva relación, aunque exista el fuerte deseo de volverse a
enamorar, se convierte en un desafío que pocos logran superar. El miedo lleva a
las personas a crear escudos para protegerse y se especializan en la defensa,
así que todo el tiempo están prevenidos, esta postura empeora la situación.
Quien se previene no puede ver sino a través de los ojos del pasado, la persona
que tiene en frente no es observada desde la dimensión real y presente, de esta
manera, es casi imposible entregarse a una nueva experiencia afectiva, a un
nuevo aprendizaje.
Si bien la adultez te permite tener la claridad de aquello que deseas, de lo que te genera dolor o lo que no estás dispuesto a ceder, trae consigo también miedos que, de no ser superados, se convierten en barreras imposibles de pasar tanto para quien quiera llegar a tu corazón como para entregar tus proopios sentimientos.
Es en ese
momento donde comienzan las negociaciones afectivas, se disponen ambos desde el
miedo a expresar lo que no están dispuestos a ceder por no sufrir y si tienen una
buena comunicación quizás logren acuerdos interesantes que les permitan vivir
la experiencia de aprender en pareja, sin embargo, si no han resuelto su dolor
emocional oculto, tarde que temprano, cualquier contrato emocional será anulado
sumando más heridas a las que ya traías de tu pasado.
Conocerte
a ti mismo para tener la certeza de lo que debes atender para tu bienestar
emocional es el camino para sanar tus heridas y liberarte de cargar con pesados
escudos que no te dejan fluir en el amor.
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