Intenté dejar de ser
yo para hacer parte de los que hoy se que están durmiendo, más no lo sabía en
ese entonces. Intenté encajar, acomodarme, ajustarme a lo que ellos consideran
que es el deber ser, el deber actuar, el deber pensar, el deber decir y me
perdí en “el deber…” hoy, gracias a los golpes, los aciertos, las experiencias,
las aventuras, los altibajos que me ha dado la vida, comprendí que el verdadero
desafío está en ser tú mismo en medio de quienes quieren parecerse y quieren
medirse por las mismas variables.
Aprendí que se
necesita más valor para ser original que para parecerte al rebaño que va
conducido por unos pocos que buscan solo su propio beneficio. Vencí el miedo al
rechazo, al reproche, a la crítica, al juicio y al desprecio y me tejí en silencio
con hilos de tenacidad y resistencia para que jamás se rompiera la impronta de
lo que soy.
Y no siendo suficiente quise enseñarle al mundo que existe un camino diferente, un poco más incierto, pero más satisfactorio. pues quien vibra en la frecuencia de lo auténtico vibra en la frecuencia de su alma.
Yo decidí ser fiel a
mis principios, a mis valores, pensamientos y creencias y el mundo decidió seguir
el sueño del colectivo, ellos ahora sufren y yo, ahora vivo para mostrarles qué
es posible romper las ataduras y los grilletes que los han encadenado al mundo
de sufrimiento, vacío e insatisfacción, el mundo que alguna vez viví y que hoy
solo está en mi lejano ayer.
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