A
veces nos encontramos atrapados en los sueños colectivos, en los ideales que la
sociedad y el marketing nos han vendido a través de los años y con ello, muchas
personas han experimentado una gran cantidad de frustraciones, pues lo que
suelen vender a diario son resultados que no se alcanzan a través de ningún
esfuerzo y allí es donde nos hemos equivocado. Nada en la vida se ha de lograr
sin un ápice de “transpiración” es decir, dedicación o trabajo.
¿A
qué quiero llegar? pues bien, anhelas
vehemente compartir tus momentos más especiales con un ser que comprenda
tu esencia, que te brinde lo mejor de sí mismo, que te enseñe, que te aporte,
que acepte cada una de tus debilidades y desaciertos y que esté dispuesto o
dispuesta a corregir sus propios errores y aprender de ellos en pro de
construir una relación de pareja sana emocionalmente, incluso, la buscas con desesperación cuando sientes que
la soledad te abruma, sin embargo, ¿Qué
estás haciendo para convertirte en esa misma persona que estas anhelando? Es
decir, así como tú la imaginas, deseas, anhelas, ese Ser también está esperando
lo mismo de ti. Es algo así como invitarte a que tengas una coherencia
afectiva.
La
construcción de relaciones sanas y plenas depende de cada parte que la compone,
cada parte está esperando algo, no puedes pretender encontrar un ser con madurez y
estabilidad emocional que te ofrezca lo que mereces si tú no estás haciendo lo
mismo para ofrecer. ¿Estás trabajando en
ti? ¿Estás trabajando en ser la mejor versión de ti que ese Ser tan
especial que imaginas desee conocer? ¡Coherencia afectiva!
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